Desde que tengo memoria, siempre hubo una celebración muy importante en mi hogar, una que aparentemente les daba a todos la oportunidad de dejar atrás todas las cosas malas del año viejo y esperar el año nuevo con optimismo, de una manera que pareciera que se podía empezar de cero de nuevo; pero había un detalle: tenías que hacer una resolución de Año Nuevo para que las cosas se dieran como querías.
Una de las tradiciones más antiguas de la historia de la humanidad es la resolución de Año Nuevo, la cual, según muchos expertos en la materia, tiene registros que se remontan a hace más de 4.000 años.
Algunos dicen que los antiguos babilonios fueron los primeros en hacer resoluciones de año nuevo, ya que se cree que fueron los primeros que tienen registros de haber realizado celebraciones del nuevo año, aunque para ellos, el año solía comenzar en el mes de marzo. Otros proclaman a los romanos como los que iniciaron la tradición de comenzar cada año haciendo promesas al dios Jano, cuyo nombre inspiró el nombre del mes de enero. Una cosa es cierta, esta tradición se encuentra más comúnmente en el mundo occidental, aunque hay algunos países en el mundo oriental que la han adoptado.
Sin embargo, el verdadero propósito de la tradición es que las personas resuelvan continuar con sus buenas prácticas, cambiar un rasgo o comportamiento no deseado, lograr una meta personal o mejorar su vida al comienzo del nuevo año.
Con el paso del tiempo, sin embargo, la tradición parece haberse confundido con el deseo de cumpleaños, entre muchas otras cosas; algunas personas incluso se niegan a compartir sus resoluciones con otras, pensando de manera supersticiosa que al hacerlo, sus resoluciones no se harán realidad. El problema de esta noción es que la resolución no es un deseo, de hecho es un compromiso que la persona asume consigo misma o con los demás, por lo que el escenario ideal sería que la persona dé a conocer el compromiso, para que realmente asuma la responsabilidad de hacerla realidad. En otras palabras, no se supone que tu resolución de Año Nuevo se deje al azar, se supone que es algo por lo que debes trabajar y realmente hacer un esfuerzo para lograrlo.
Entre algunas de las resoluciones de Año Nuevo más comunes se encuentran perder peso, dejar de fumar, ahorrar dinero y, en los países de América Latina, aprender a hablar el idioma inglés. Quizás eres una de esas personas que han estado postergando esta última resolución, ya que siempre has sabido que hablar inglés te puede traer muchos beneficios, sobre todo de carácter económico, social y cultural.
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Recuerda, nunca puede haber una resolución de Año Nuevo más importante que una que te brinde más oportunidades profesionalmente, lo que te llevaría a tener algo de estabilidad para ti y tus seres queridos. A fin de cuentas, ¿no se trata de eso la vida? Entonces, ¿qué has resuelto para este nuevo año?
Alfredo E. Clark